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Lourdes Ventura: “Utilicemos la cosmética sin que nos domine”

Entrevista Ana LLovet.

Lourdes Ventura , autora de la novela Donde nadie nos encuentre , llama a las mujeres —y también a los hombres— a la insumisión ante el «salvaje» mercado de la cosmética y ante una publicidad que, según dice, «hurga en la inseguridad de las personas». La tribuna desde donde lanza esta proclama es su nuevo libro, ‘La tiranía de la belleza’, de la colección Modelos de mujer, dirigida por Pepa Roma. Se trata de un ensayo en el que la autora reflexiona sobre el respeto a uno mismo frente a la invasión de anuncios y de modas que dictan no sólo la ropa que hay que llevar, sino también el patrón corporal, pasando—cada vez más— por las manos de un cirujano plástico. Vital, coqueta y de personalidad desbordante, Lourdes Ventura invita al ser humano, y especialmente a la mujer, a «inventar su propia belleza externa» mirando en su interior.

El libro va cargado de metralla contra el mercado de la belleza. Pero ¿no cree que habrá quien diga que su trabajo es un contrasentido cuando vean que usted es presumida y se preocupa por su aspecto físico?

Me encanta que el libro sea visto como una llamada a la rebelión. Sé que va a ser polémico. Pero yo no estoy en contra de la belleza, al contrario. Lo que digo es que las actitudes que nos proponen desde la publicidad nos machacan la energía. Reivindico que la mujer sea sensual y bella, pero cada una a su manera. ¿Por qué nos vuelven locas cambiándonos de modas y de cuerpo constantemente —ahora se lleva tener pecho, ahora no—? Reivindico la belleza, pero siendo una misma. Y la sensualidad también, a tope. Utilicemos la cosmética pero no dejemos que nos domine.

¿Por qué cree que la mujer ha logrado a pulso cuotas de libertad e independencia y en cambio, según apunta, es más esclava que nunca en el terreno de la estética?

Porque el mercado es más fuerte que nunca y ha alcanzado una sofisticación increíble. Ahora uno puede cambiar su aspecto totalmente, pero ¿de verdad uno cambia por dentro?, ¿de verdad eso le hace sentirse mejor? Habrá personas que necesiten una buena cirugía estética porque su nariz les acompleja; estupendo, para eso está, pero que esto no nos esclavice. Lo que sí es verdad es que esa tiranía es más fuerte que nunca, porque la cultura del narcisismo es general y no es fácil escapar de ella; cada vez hay más publicidad en televisión, cada vez hay más revistas con imágenes más retocadas y se produce un círculo vicioso en el que al final la belleza es inventada. Cuando las adolescentes piden a sus padres que por aprobar el curso les regalen implantes de silicona en el pecho o en los labios, cuando —¡como cosa natural!— estamos entrando a los quirófanos de estética, es que hemos llegado a un punto de saturación de la dictadura de la imagen.

Este libro se enmarca dentro de una colección sobre la mujer. Habrá quien diga que es un tema gastado.

Al revés; de hecho, ésta es la primera colección en España en la que se reflexiona a fondo sobre temas contemporáneos de la mujer aquí y ahora. Pepa Roma, la directora de la colección, ha buscado a gente especialista en cada tema.

¿Cómo surge la idea de escribir sobre la belleza y el mercado cosmético?

Mis dos novelas anteriores y casi todos mis trabajos han tratado de la seducción, porque el tema de la apariencia me ha interesado desde pequeña. Vivimos en un mundo, el occidental, en el que la seducción es fundamental y, lamentablemente, el que no seduce se queda de lado. Ni siquiera está permitido ser gris. La sociedad nos hace ver que no valemos nada si no le damos espectáculo.

En la lectura del libro a veces da la sensación de que la mujer no tiene escapatoria a la tiranía de la belleza. ¿Por qué el sexo femenino es tan vulnerable a esto; no tendrá algo de culpa?

Históricamente, la mujer ha sido un ser objeto para ser mirado. Esa vulnerabilidad la llevamos arrastrando durante siglos por razones socioculturales, no biológicas. La sociedad griega, por ejemplo, dejaba a la mujer encerrada en casa. Cuando el género femenino empezó a salir a la luz, las clases altas fueron las que comenzaron a utilizar la cosmética —la democratización de ésta no llega hasta el siglo XX—. Entre el «cuerpo para el esfuerzo» de las mujeres trabajadoras y el «cuerpo para la mirada y el lujo» de la mujer de las clases altas, no había otra alternativa.

Usted acusa al mercado y a algunas revistas femeninas en las que, en palabras de José Antonio Marina —el prologuista de su libro—, «llaman a la liberación mediante la sumisión». ¿Cómo cree que se lo van a tomar?

Pues mal. Pero es que hay que ser más responsables. Hay revistas de moda en las que se escogen las modelos más anoréxicas. Y el problema no es que esas modelos sean tan delgadas, es cómo les hacen posar para que se les note el hueso. La adolescente ve el hueso y ella cree que eso es bello. Gran parte de los problemas de chicos anoréxicos vienen de la visión de las fotografías de moda.

¿A qué cree que se debe el crecimiento salvaje de este mercado?

Por razones económicas. Y su expansión ha ido acompañada por la explosión de la publicidad. Como se está viendo que la cosmética es un filón, cada vez hay más cremas. Las firmas punteras han incrementado su publicidad de un año a otro en un 28%, ¿por qué?, pues porque esto revierte en su beneficio. Esto va a más. El otro día en una peluquería había una niña de ocho años a la que estaban tiñendo de rubia. ¡Esto está ocurriendo ya a los ocho años!

¿El hombre qué pinta en todo esto? ¿Le afectará algún día este problema?

Lo está sufriendo ya. El 12% del gasto cosmético es suyo, pero esta cifra crecerá porque la publicidad empieza a dirigirse a ellos. Los chicos de los anuncios ahora son mucho más guapos, con lo cual ellos ya empiezan a ponerse nerviosos. Un hombre de 50 con barriga ha estado toda la vida feliz, mucho más que su señora, que ha estado siempre esclavizada con los kilos y la celulitis a pesar de que seguramente tenía mejor imagen que él. Y es que, como dice Susan Sontag, en la sociedad de hoy «los hombres maduran y las mujeres envejecen». Atajar esta avalancha que nos está convirtiendo en clones es tarea de todos.

¿La muñeca Barbie se ha impuesto a la realidad?

Absolutamente. Claudia Schiffer, por ejemplo, no es más que una Barbie gigantesca. Y resulta que si la muñeca Barbie existiera en realidad sería un ser imposible, aunque ya hay quien se está quitando en el quirófano un par de costillas para conseguir esa cintura. Lo que es de locos es que este delirio cosmético- quirúrgico lo estamos viviendo como algo normal…

¿Dónde está el punto justo entre cuidarse y ser una esclava de la imagen?

Eso sólo lo sabe cada uno. Un personaje como Alaska ha inventado su propio vampirismo, pero es suyo, y con eso se siente bien. Adelante pues. Lo que no voy a perder en ese camino es mi energía. Ese punto medio es el del trabajo de averiguar quién soy yo, cómo me siento bien… Que el maquillaje no tape tu personalidad, que la acompañe. Que la belleza que tú te inventes no te haga daño, que no te aleje de los demás. Pero que sea cada una, no alguien que te diga: esta temporada vas a estar gorda y ésta flaca.

¿Siente que está abriendo brecha en España con este libro?

Me gustaría. En cualquier caso esto es una entrada a un debate. Es verdad que Lipovetski lo apunta en su libro La tercera mujer, pero de alguna manera este sociólogo viene a decir que la mujer ha elegido esta esclavitud, lo que siempre será un lastre en su vida futura. Yo quiero decir que la mujer no lo ha elegido; la sociedad la ha empujado a ello. Por eso, batallando de una en una, sí se puede escapar de esta tiranía. No nos dejemos hundir por el acoso psicológico que ejerce la publicidad sobre nosotras. Anunciar es hurgar en heridas abiertas. El mercado sabe muy bien lo que está haciendo con todos esos anuncios. Y encima nos mienten, porque la cara que nos ponen para anunciar una crema para mujeres de 40 ya ha pasado por el quirófano, ha sido retocada con técnicas fotográficas o es de una modelo de 17 años…

La autora:

Lourdes Fernández-Ventura estudió Ciencias de la Información en Navarra y Madrid. También estudió en el extranjero (Estados Unidos, Francia e Inglaterra) donde vivió casi un lustro. Crítica literaria y periodista cultural, sus ensayos se sumergen en el nuevo hedonismo femenino.

Lourdes Fernández-Ventura es una consumada estudiosa de la literatura escrita por mujeres; mediante conferencias, charlas, artículos, prólogos, etcétera, ha abordado la obra y la figura de autoras como Virginia Woolf, Marguerite Duras, Marguerite Yourcenar, Colette, Margaret Atwood, Jane Austen, Sylvia Plath, las hermanas Brontë, Doris Lessing, Rosa Chacel 

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Autora: Dolores Conquero

La tiranía de estar siempre bella

Responsabilidades

Lo dijo recientemente en estas páginas Germaine Green: hay un mercado que se enriquece de día en día a costa de hacer creer a las mujeres que una de sus primeras obligaciones es la de estar bella y deseable a todas horas. Dicha idea parece planear sobre millones de mujeres occidentales, sea cual sea su estrato cultural, dejando tras de sí una estela de féminas insatisfechas, cuando no deprimidas, en esa búsqueda infructuosa de la perfección. La paradoja es que esta suerte de tiranía ha alcanzado su punto más álgido en una época que se caracteriza por las muchas conquistas sociales de la mujer.Si a comienzos de los noventa se consideró trasnochada a Naomi Wolf por afirmar «estamos en medio de una violenta reacción contra el feminismo, que utiliza imágenes de belleza femenina como arma política para frenar el progreso de la mujer», la escritora Lourdes Fernández Ventura recuerda en La tiranía de la belleza (Plaza & Janés) cómo ese ideal de perfección se fue apoderando de la conciencia hasta alcanzar proporciones desorbitadas: «Para algunas mujeres que en los ochenta habían accedido al mundo laboral y disfrutaban de la euforia de un consumismo lúdico (…), la sociedad posmoderna ofrecía la posibilidad de doblegar la naturaleza y abolir el paso del tiempo. El cuerpo se había convertido en objeto de culto. La preocupación por la salud, por los adelgazantes, los cuidados cosméticos, los deportes, las transformaciones mediante cirugía y otras manipulaciones corporales respondían a un hedonismo generalizado».

¿Cómo se transformó el hedonismo en tiranía? Cuando el dios mercado descubrió la mina inagotable y se lanzó, vía moda y publicidad, a la conquista de la televisión, las revistas femeninas y los suplementos de los diarios de información general. A juzgar por las cifras, el objetivo está cumplido: Según Infoadex, en 1998 el sector de la belleza invirtió sólo en publicidad 58.584 millones de pesetas, lo cual significa un incremento del 21,9 % respecto al año anterior. La cifra se queda pequeña si se la compara con el gasto anual español en productos de belleza e higiene que, según cita Fernández Ventura, en el mismo año ascendió a 700.000 millones.

Pero no es esa la única causa. Como recuerda el sociólogo Enrique Gil Calvo, la mujer ha caído en la tiranía de la belleza «porque le da mucho poder a corto plazo. La belleza es una trampa para la que se dedica sólo a eso, pero la que es un poco astuta trata de jugar con todas las barajas que puede: cultivar la imagen y la capacidad técnica a la vez».

Joana Bonet, directora de Marie Claire, destaca la contradicción que hay en la mujer que, a la vez que detesta la servidumbre del aspecto físico, siente cómo éste le proporciona un enorme placer, «el placer de encontrarse guapa, sentirse atractiva, joven y seductora; una forma nada desdeñable de experimentar el poder y la única consentida tradicionalmente a las mujeres», afirma.

El problema viene cuando, en aras de ese poder inalcanzable para la mayoría y siempre efímero (juventud obliga) hacen acto de presencia trastornos como la anorexia y la bulimia. Según Jaume Pagès, presidente de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia de Barcelona, éste es un problema que afecta a entre un 0,5% y un 1% de los jóvenes españoles (entre 30.000 y 90.000), una cifra que crece a un ritmo del 20% anual, y a la que hay que añadir otro dato que ha salido ahora a la luz: la anorexia también afecta a las adultas. Lo ha dicho Gonzalo Morandé, del Hospital Niño Jesús de Madrid, quien ha realizado un estudio con otros especialistas. Y es que la máxima delgadez es igual a belleza y a éxito y está peligrosamente interiorizada entre la población.

Pero algo parece estar cambiando. Hace apenas un mes, la ministra de Sanidad, Celia Villalobos, presentó en Madrid unas guías para tratar estas dolencias en consultas y hospitales, y allí declaró cuál era uno de los objetivos de su ministerio: «Tenemos que conseguir que desaparezca la cultura del cuerpo 10, que impone unos cánones de belleza que no coinciden en absoluto con los cánones de la salud».

En muchas ocasiones, las revistas de moda tienen que oír que ellas son las culpables de haber extendido el culto a la belleza, pero las cosas no son tan simples. La publicidad está en todas partes, y sus mensajes no son sino reflejo de lo que palpita en la sociedad; es decir, hay una retroalimentación entre ambas. Sólo así se explica que Marie Claire halla probado cambios, como poner en portada a la ex ministra Carmen Alborch y a la modelo Sophie Dahl (talla 44), que no fueron bien acogidos por las lectoras. Margarita Rivière, autora de El mundo según las mujeres (Aguilar) tiene una opinión muy clara al respecto: «En mi generación, la primera vez que oímos hablar del orgasmo fue en las revistas femeninas francesas (las españolas tardaron un poquito más), pero si en los ochenta ayudaron a la liberación de la mujer, ahora la están castrando con un modelo de belleza imposible».

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 Autora: Susana Rioseras

Asociación de mujeres Hypatia de Burgos

 Alternativas y propuestas:

 -Nuestro cuerpo refleja nuestra biografía personal y nuestra trayectoria, debemos aprender a aceptarlo y valorar nuestro propio cuerpo en las diferentes etapas de su vida.

-Es nuestro refugio y el que nos permite sentir, desear, expresarnos y querer, por ello debemos cuidarlo y apreciarlo.

-Debemos desarrollar esa conciencia y valoración corporal, uniendo cuerpo y mente, viviendo con armonía con nosotras mismas y con el mundo que nos rodea cargándonos de energía.

-Desarrollar al máximo la capacidad de sentir, la esencia de la sensualidad, disfrutar de nuestro cuerpo. (técnicas de relajación, masajes..etc.)

-Aprender a vivir y sentir de forma autónoma y construir así una imagen de nosotras mismas autosuficiente e independiente de normas estéticas impuestas: construir nuestra propia imagen en base a cualidades y valores.

Como afirma en “Solas” de Carmen Alborch, el paso del tiempo hace que muchas mujeres se sientan más libres y sabias. Tranquilas, sin guerras interiores, satisfechas, y de esa satisfacción intima surge la nueva idea de belleza.

-La aceptación y la estima propias son el mejor remedio para protegernos del acoso que impone el mercado de la imagen. Lourdes Ventura.

Amor propio, nunca en base a la aprobación ajena. Desarrollando la asertividad.

-Apuntarnos a esa urgente labor de redefinición y reconocimiento histórico de tantas mujeres valiosas invisibilizadas o minimizadas por sus contextos.

-Potenciar los lazos de apoyo y solidaridad entre mujeres frente a la competencia y rivalidad provocada artificialmente, como denomina Mercedes Oliveira, por la ofensiva del mito femenino. Desarrollar nuestros intereses y valores comunes como mujeres que son muchos más de los que nos separan y aprender a valorarnos mutuamente. Fortalecer el apoyo mutuo.

-Por último, formar parte activa de ese proceso en marcha de redefinición femenina colectiva, reconocer nuestra diversidad, nuestras diferentes y libres formas de amar y vivir independientes de imposiciones físicas, culturales, sociales y políticas construidas y antinaturales.

Detectar y denunciar los valores sexistas disfrazados a través del acoso publicitario y social en múltiples opciones de consumo.

Autora:

 Susana Rioseras es artista, feminista y activista.Profesora en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Burgos, además de Jefa de Departamento de Proyectos e Investigación de dicha Escuela.

 

 

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