28-04-2018

Museo de Artes Precolombino «Felipe Orlando».

Benalmádena Pueblo.

Todos pensamos, pero encontrar las claves para que nuestro pensamiento sea creativo, cuidadoso con los demás y riguroso, es lo que se construye gracias al proyecto educativo Filosofía para Niños y Niñas. Pensar con Arte es un taller fundamentado en este proyecto. Aquí compartimos lo que hemos hecho esta mañana de abril.

En esta ocasión motivados por la curiosidad de conocer la figura del artista polifacético «Felipe Orlando», en PENSAR CON ARTE,  hemos creado una dinámica que nos ha ayudado a realizar un recorrido por su biografía como persona  y por su obra, con un cuento (que se comparte), la creación de un árbol colectivo sobre su vida (que mostramos), música mejicana tradicional (Natalia Lafourcade-Musas),  y gracias a una comunidad de indagación que ha reflexionado en torno al cuento.

Cuento

Título: Mamá, ¿juegas conmigo?

Érase una vez un niño llamado Felipe Orlando, que nació en una isla verde esmeralda llamada Cuba.

Al niño Felipe le gustaban las palabras, y por eso jugaba a menudo debajo de los aguacateros  a unirlas para ver a dónde le llevaban… A veces se le ocurrían historias asombrosas, historias como esta que ahora vamos a compartir…

Érase ya por segunda vez, un niño que se llamaba Felipe Orlando, el cual se pasaba el día jugando entre las hojas de tabaco, las cañas de azúcar, y las olas del mar en una isla llamada Cuba.

Su madre trabajaba en una oficina de telégrafos y, precisamente, ella una   tarde de septiembre húmeda y tremendamente calurosa, lo llamó para entregarle un  telegrama anónimo en el que decía:

“Busca el tesoro, pequeño Felipe”.

El niño decidió entonces preguntar a todas las mujeres ancianas de la isla sobre el tesoro escondido por algún pirata, y también preguntó a los hombres y mujeres volcán fumadores de puros, a su tío y a su abuela…

Los días pasaban, las noches pasaban y nadie le daba ninguna pista sobre el fabuloso tesoro del telegrama.

Pero una tarde de septiembre se quedó dormido en un campo de enormes hojas de tabaco.

Poco a poco miles de lucecitas lo rodearon y elevaron el pequeño y frágil cuerpo del niño que dormía profundamente. Así se formó una bola de luz que flotando recorrió los campos de la isla hasta llegar a la “Cueva de los Asombros”.

Al abrir los ojos, Felipe vio dos grandes esculturas como estas que tenemos en el museo Precolombino de Benalmádena…, flanqueando la puerta del árbol-cueva.  Mostraban estas una actitud aguerrida, como de guardianes que parecían defender algo que estaba oculto en su interior…

El niño pensó en su tesoro…, y entró esperanzado…, siguiendo el hilo de  una musiquilla.

Al entrar en la gran sala descubrió que un consejo de sabias ancianas lo esperaban sentadas en  círculo, tal como estamos nosotros ahora (comunidad de indagación).  Y también vio un pequeño perro de piedra en el centro, tal como  el que tenemos nosotros delante.

El hueco que le habían  dejado lo invitó a unirse al grupo de mujeres. Se sentó y miró al perrito que de pronto ladró sin emitir ningún sonido… Pero asombrosamente de su boca surgió un gran pájaro multicolor, una cotorra,  que volando fue a posarse en el hombro de Felipe, dejando una estela en el suelo de pigmentos de colores…

Él lo acarició con delicadeza y notó cómo sus manos se teñían también de aquellas mismas pinturas.  Cada uno de sus dedos era de un color diferente, y de repente las ancianas dijeron al unísono:

“Revelado está lo que has venido a buscar”

Como  tenía las manos manchadas de pintura,  se levantó buscando algún lugar donde poder limpiárselas, sin entender nada de lo que estaba ocurriendo. Entonces, se acercó a la pared de la cueva donde las posó, y de pronto, las paredes mostraron en imágenes su futuro.

Vio restos arqueológicos en Méjico, la estatua de la libertad  de New York, la fuente de la Niña…. También vio  muchas personas que lo querían mucho, parecían sus amigos; Pau Casals, Miró, Manuel Altolaguirre, Braque, Gabriel García Márquez…

Y  en la última imagen, un pequeño pueblo llamado Benalmádena rodeado de tomillo, romero, higueras,  naranjos y olivos… También había flores de jazmín, violetas silvestres, cañaverales, moras en septiembre,  y paredes blancas… Un lienzo blanco, un pueblo como un lienzo…,  pensó el niño.

Felipe comprendió que su vida iba a ser asombrosa, pero aún estaba en una isla…, en Cuba, ¡y no había encontrado el tesoro!,  y por eso dijo de nuevo: pero, ¿dónde está el tesoro?

Las ancianas hicieron una señal al perro mudo y este se acercó moviendo la cola hasta Felipe… El niño lo siguió a un campo de cañas de azúcar. El perro empezó a saltar, y el chiquillo lanzó un trocito de caña para jugar con el perrillo que alegre iba y venía…

De pronto,  el perro se volvió a quedar petrificado.

El niño se acercó y tumbándose a su lado le dijo: ¿perrito mudo, quieres jugar conmigo?, pero este levemente desapareció. Desapareció como el humo de los puros  en el aire.

El niño, de pronto, se puso de pie y dijo…: mamá, ¡¿juegas conmigo?! Felipe corrió gritando hacia  la oficina de telégrafos donde trabajaba su madre, y al llegar volvió a repetir: Mamá, ¿juegas conmigo? Pero la madre le respondió, -hijo, tengo que trabajar…

Felipe se puso serio y le explicó  que, si no jugaba se volvería de piedra, se dormiría para siempre…, como el perro mudo…

La abuela de Felipe que estaba cerca, al escuchar a su nieto dijo:

-¡Felipe, ya has encontrado el tesoro!

Sí, abuela,  los que juegan están vivos. Hagamos lo que hagamos hay que hacerlo jugando…

Mi niño,-dijo la abuela- jugar es además el secreto de la “creatividad”.

Entonces, el chiquillo salió disparado a la calle,  hacia los campos de cañas de azúcar para volver a jugar gritando: ¡seré creativo toda mi vida porque todo lo haré jugando!

Su abuela le lanzó una última pregunta que quedó  flotando en el aire, y que una brisa de mar trajo hasta nosotros… Al museo Precolombino Felipe Orlando… Acercaros mucho para escucharla bien…

-Pero, dime Felipe…,¿qué sientes cuando juegas?

-Recuérdamelo…

FIN

Autora: María José Cornado Luque.

Este cuento se cede  al “Museo Precolombino Felipe Orlando”, para que los niños y niñas recuerden la obra y vida de su fundador, así como otro tesoro de la humanidad y para la vida: “el juego”.   

Momentos

 

 

 

 

 

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