Texto: «¿Es posible adivinar el futuro?»

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Té con Diálogo Filosófico.

«ACTIVIDAD  PRESENCIAL APLAZADA»

16-Abril-2020

VERSIÓN  ONLINE

Biblioteca Pública Municipal  Manuel Altolaguirre – Benalmádena Pueblo

Espero que estés bien y que todos tus seres queridos también…

Desde este espacio educativo y cultural no hemos parado de generar contenidos desde hace más de cinco años y ahora, desde el minuto CERO DE LA PANDEMIA,  sabíamos, más que nunca, que nuestro deber era seguir con la misma labor. En youtube, Instagram, Facebook y en nuestra web encontrarás contenidos para todas las edades. Te invitamos a divulgar para acompañar a otros durante el confinamiento con  el programa especial que hemos llamado: «CUENTOcontigoxTODOS.

Empecemos…

Bueno, era verano del 2019 cuando, un día caluroso, me apresuraba a organizar los temas para poder PENSAR JUNTOS en los talleres de “Diálogo Filosófico” en la Biblioteca Manuel Altolaguirre de Benalmádena.

Justo para abril del 2020 se programó un tema que me llegó por el epígrafe de un libro del gran pensador y divulgador de filosofía Jordi Nomen  que llamamos: “¿Es posible adivinar el futuro?”

¡Es curioso…, es sorprendente! porque inmersos en una realidad tan extraordinaria como la que estamos viviendo tanto  economistas, sociólogos, estadistas, filósofos… y todos nosotros nos preguntamos lo mismo…: ¿qué va a pasar en el futuro?

Como cada  mes, te invitamos a leer un  texto  y a proponer al menos una pregunta  con el objetivo de aprender unos de otros pensando juntos.

Deja tu pregunta o reflexión en forma de cometario en el Facebook de la Biblioteca Pública Municipal  Manuel Altolaguirre de Benalmádena.

Texto 1. Diez Pensadores y sus  Predicciones para después de la Pandemia

Autor: Félix Badia

¿Qué, cómo y cuánto cambiarán nuestras vidas a consecuencia de la epidemia? Diez pensadores –historiadores, escritores, sociólogos, filósofos…– hablan de cómo nos puede transformar esta pandemia, de a qué valores daremos prioridad en el futuro, de cómo evolucionará la economía, o de qué forma cambiarán las relaciones entre las personas y las sociedades. En un momento extremadamente complejo, las opiniones son también muy diversas: las hay pesimistas y las hay esperanzadoras, pero entre ellas predomina que nuestra sociedad será más solidaria, o debería serlo, y que la política se renovará de verdad. O debería hacerlo. Una impresión, sin embargo, es generalizada: estamos en términos históricos, en un punto de inflexión, en una curva cerrada al final de una larga recta.

El escritor Fernando Aramburu define de forma gráfica ese cambio. “Ahora mismo ya se percibe la poca importancia que empieza a tener lo que ayer nos deslumbraba”, señala. O el analista político Michel Wieviorka, que alude a “la metamorfosis acelerada que nos impone el virus”. La cuestión, pues, es hacia dónde nos llevará ese giro. La filósofa Victoria Camps señala un posible camino que tal vez ya se percibe, porque, asegura, estamos descubriendo cosas como el valor del conocimiento científico o el de un buen sistema sanitario y que, a nivel individual, el teletrabajo en el mundo del empleo, y la lectura o escuchar música, en el ocio, son opciones que pasan a un primer plano. “Cambiar de prioridades es posible -señala-. Sólo hay que querer hacerlo”.

La crisis puede desembocar en una sociedad más cohesionada y con más apoyo mutuo, pero no todos confían en ello

Tal vez el destino para estos cambios más repetido entre los consultados es un mundo más solidario, aunque no todos confíen en que se convierta en una realidad. Para Wieviorka, “la epidemia es también una fuente de actividades ciudadanas o asociativas renovadas, de solidaridad, a la escala de un inmueble, de un barrio o de una ciudad, o a un nivel mucho más amplio”.

El mismo nivel que reivindica el escritor Agustín Fernández Mallo al señalar que, en un momento de repliegue de los estados sobre sí mismos, “si perdiéramos la conciencia universalista que nos ha caracterizado, sería un error, una pérdida de las ideas que heredamos de la Ilustración”. Wieviorka reanuda su reflexión, al explicar que “se impone pensar en global, pero la epidemia podría pesar sobre la globalización en sí misma, no necesariamente para ponerle fin o limitarla, sino para transformarla e incitar a los actores políticos a frenar su carácter fuertemente neoliberal”.

Solidaridad también con aparentes contradicciones: en un mundo individualista y ahora más aún por la obligación de confinamiento y de mantener las distancias, el historiador Timothy Snyder cree que “si demostramos una gran solidaridad en tiempos de extrema separación, no solo seremos supervivientes de la pandemia sino, es de esperar, que contribuyamos a una política más amable de la que soportamos ahora”.

¿Confianza en una renovación política futura? No todos son optimistas. El historiador Keith Lowe a pesar de querer serlo no tiene mucha fe en un cambio de este tipo. Hay una serie de lecciones que Europa aprendió en 1945, tras la guerra, que no cree que ahora se tengan en cuenta. “Sospecho que no somos tan sabios como nuestros abuelos –afirma–. Contaremos los muertos y lamentaremos la devastación de nuestras economías. Pero entonces volveremos a la austeridad, la desigualdad de riqueza y el infinito resentimiento hacia nuestros vecinos. Como siempre”.

Tampoco es especialmente optimista Adela Cortina, porque “el futuro se prepara cultivando el presente y las actitudes en plena crisis siguen siendo las mismas”. Sin embargo, la filósofa valenciana reivindica que ese cambio de actitud es imprescindible: “Deberíamos estar aprendiendo de esta experiencia, inédita para muchos de nosotros, que la vulnerabilidad y la fragilidad nos constituyen, que somos radicalmente interdependientes”.

La actual crisis sanitaria nos revela, por nuestra fragilidad, como radicalmente interdependientes

En un momento en que, desde el punto de vista del pico de la enfermedad se empieza a intuir un cierto horizonte de mejora, la preocupación crece en torno al futuro de la economía, pero el italiano Emanuele Felice matiza que “esta crisis ya nos está enseñando algo: hay cosas más importantes que la economía”.

Felice añade que aunque al principio de la epidemia hubo quienes dieron prioridad a que no se detuviera el sistema económico tuvieron que cambiar de opinión. “Se puede afirmar –añade– un principio que marcaría un punto de inflexión en comparación con las últimas décadas: podemos poner el sistema económico al servicio de los derechos humanos fundamentales, como la salud de los ciudadanos o la educación, al servicio del medio ambiente; en lugar de que sea al revés”. Una afirmación relevante, si se tiene en cuenta que proviene de un historiador económico.

Thimothy Snyder, historiador

“Una política más amable que de la que soportamos ahora”

“La vida moderna, con su individualismo y complejidad, con nuestros deseos personales y nuestra red infinita de relaciones, ya giraba en torno a la separación y la solidaridad. La enfermedad trae la paradoja a casa. ¿Podemos cuidar de nosotros cuidando de los demás? Muchos de nosotros sobreviviremos. Como lamentaremos y cómo celebraremos después dependerá de lo que hagamos en los próximos meses. Si demostramos gran solidaridad en tiempos de separación extrema, no sólo seremos supervivientes, sino, uno puede esperar, contribuyentes a una política más amable que la que soportamos ahora.”

Keith Lowe, historiador

“No somos tan sabios como nuestros abuelos”

“Como optimista que soy, espero que aprendamos de esta crisis. Tal vez nuestros políticos dejarán de pelearse y empezarán a cantar desde los balcones. Tal vez aprenderemos a valorar adecuadamente a los trabajadores clave: los que ponen la comida en las estanterías, los que cuidan por los mayores y los enfermos. Ese es el tipo de lección que Europa aprendió en 1945, después de una crisis mayor que esta. Pero sospecho que no somos tan sabios como nuestros abuelos. Contaremos los muertos y lamentaremos la devastación de nuestras economías. Pero regresaremos a la austeridad, a la desigualdad de ingresos y al eterno resentimiento respecto a nuestros vecinos. Igual que antes.”

Agustín Fernández Mallo

“Cuidado con la pérdida de las ideas de la Ilustración”

“Creo que, en primer lugar, al ver la importancia de la Red y sus subredes sociales y diferentes canales de información, saldrán reforzadas las bondades de la conectividad telemática entre las personas, en detrimento de los hasta ahora posibles perjuicios ocasionados por la globalización. Los apocalípticos de la tecnología global no tendrán en este caso muchos argumentos.”

“Por otra parte, supongo que aparecerá durante un tiempo el miedo al viaje de ocio, y que se reforzarán los lazos comunitarios tanto entre los barrios de las diferentes ciudades como en la macroescala mundial. Si nos quedásemos sólo en la idea del refuerzo de lo local y perdiéramos la conciencia universalista que nos ha caracterizado, sería un error, una pérdida de las ideas que heredamos de la Ilustración. La Unión Europea tiene aquí quizá su última oportunidad para revalidarse como imaginario de cohesión de sus diferentes naciones. Esperemos que no lo desaproveche”.

Emanuele Felice, historiador económico

“La lección es que hay cosas más importantes que la economía”

“Algunas epidemias han tenido consecuencias decisivas para la historia humana. La mayoría de los estudiosos creen que las plagas del siglo segundo y tercero fueron la principal causa del declive de la civilización romana. Más de mil años después, la gran plaga del siglo XIV marcó, para gran parte de Europa occidental, el abandono definitivo del feudalismo, a diferencia de Europa oriental: pequeñas diferencias, un desarrollo ligeramente mayor de las ciudades del Oeste, llevaron a una clara divergencia en términos de desarrollo.

“¿Hoy en día? Es difícil hacer predicciones. Pero quizás algo esta crisis ya nos está enseñando. Hay cosas más importantes que la economía. En todo el mundo, quienes argumentaron que el sistema económico no debería detenerse tuvieron que retroceder. De este modo, se puede afirmar un principio que marcaría un punto de inflexión en comparación con las últimas décadas: podemos poner el sistema económico al servicio de los derechos humanos fundamentales, como la salud de los ciudadanos o la educación, al servicio del medio ambiente; en lugar de dejar que sea al revés”.

Victòria Camps, filósofa

“Cambiar de prioridades es posible. Solo hay que querer”

“La pregunta que me hago es: ¿qué echamos de menos desde que estamos confinados? Echamos de menos la libertad de movimiento. Pero ¿para hacer qué? Detengámonos a pensar si todo lo que hacíamos rutinariamente, por convención, porque había que hacerlo, merecía la pena. Estamos descubriendo el valor del conocimiento científico, el de un sistema sanitario público sólido y bien dotado de recursos, el de una auténtica política que nos lleve a cooperar y no a pelearnos. Descubrimos que el teletrabajo puede ser muy eficiente, que leer o escuchar música es una opción nada desechable. Cambiar de prioridades es posible. Sólo hay que querer hacerlo”.

Adela Cortina, filósofa

“No sobreviven los más fuertes, sino los que se apoyan”

“Cambiará bien poco, me temo, porque el futuro se prepara cultivando el presente y las actitudes en plena crisis siguen siendo las mismas. El personal sanitario se desvive por salvar vidas, la ciudadanía cuida de sí misma y de los suyos, hay admirables muestras de solidaridad y repulsivos ejemplos de bajeza. Por su parte, los políticos continúan buscando votos, y los pobres y los inmigrantes siguen sin existir, no digamos ya las gentes de países más desfavorecidos.”

“El presente no augura un futuro mucho mejor. Y, sin embargo, deberíamos estar aprendiendo de esta experiencia, inédita para muchos de nosotros, que la vulnerabilidad y la fragilidad nos constituyen, personal y socialmente, que somos radicalmente interdependientes. Como bien decían los viejos anarquistas, en la lucha por la vida no sobreviven los más fuertes, los supremacistas, los que provocan el conflicto y la polarización, sino los que refuerzan ese valor sagrado que es el apoyo mutuo.”

Michel Wieviorka, sociólogo

“El futuro existe, no podemos abandonarnos al presentismo”

“Se impone pensar en clave global, incluso para cuestiones o problemas menores y localizados. Pero la epidemia puede suponer un peso sobre globalización en sí misma, no necesariamente para ponerle fin, o reducirla, sino para transformarla, y tal vez en particular para incitar a diversos actores políticos a dejar de aceptar su faceta neoliberal”.

“Es de esperar que habrá más peso para la razón, seriamente perjudicada por las fake news y la posverdad: ¿Quién, al margen de las sectas religiosas, rechazaría la perspectiva de una vacuna contra los virus de la familia del Codiv 19? Por otra parte, la irrupción de lo imprevisto, con sus enormes consecuencias, es un fenómeno histórico que nos recuerda que las grandes rupturas son aún posibles: el futuro existe, no podemos seguir viviendo solo en el presente, no podemos abandonarnos al presentismo”.

Saskia Sassen, socióloga

“Esto es diferente”

“La primera reacción es, como decimos en inglés: “What the Hell is this…”. Hay una especie de transversalidad que entra en juego con este virus global, marcado por una invisibilidad que no nos es familiar. Los que viajamos muchos nos sentimos cómodos más o menos en cualquier región del mundo. Pero esto es diferente: una mezcla de invisibilidad que logra paralizar ciudad tras ciudad, nunca mostrando su cara. El desafío es que este “invasor” por así decirlo, navega en nuestro planeta de una manera que no nos es familiar y esto es difícil de manejar para nosotros. Todo lo que quiere es una pequeña extracción de nuestros pulmones, solo un poco.”

Fernando Aramburu, escritor

“Habrá un antes y un después económico y social”

“Me abstendré de aventurar profecías. Creo que, efectivamente, habrá un antes y un después económico y social de la actual pandemia si esta se prolonga en el tiempo. Mi gran temor es que si dura mucho se rompa el pacto social y afloren comportamientos dictados por el afán crudo de supervivencia. Espero que no lleguemos a tales extremos. No descarto que la catástrofe le arree una sacudida brutal al canon cultural. Ahora mismo ya se percibe la poca importancia que empieza a tener lo que ayer todavía nos deslumbraba”.

“La pandemia tendrá sus ganadores, ya que todo fenómeno colectivo está asociado con la posibilidad de hacer negocio, sea este sucio o limpio. Enterrados los muertos, neutralizado el virus, el olvido empezará sin demora su implacable tarea y es posible que durante un tiempo cobre auge el género de la comedia”.

Moisés Naím, analista político

“Habrá ajustes en la estructura de la organizaciones”

“Depende de cuánto dure la pandemia. Si se consiguen una vacuna y una cura en los próximos meses es probable que en pocos años ya no haya mayores transformaciones en nuestras vidas como resultado de esta crisis. Pero un cambio que va a perdurar es el número de personas que trabajan desde sus hogares. Muchos de estos arreglos laborales, que ahora son transitorios, se harán permanentes y, a su vez, motivarán ajustes en las estructuras de las organizaciones y su manera de trabajar”.

Fuente

https://www.lavanguardia.com/cultura/20200404/48280565051/coronavirus-epidemia-cambio-pensadores-futuro.html

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